miércoles, 2 de septiembre de 2015

TIERRA TRÁGAME... (y escúpeme en Punta Cana)

He estado pasando una semana sola en la playa con los  hooligans. Sin apoyo paterno.

Y la verdad es que a estas alturas del verano las criaturas están un poco pasadas de rosca.

Las primeras semanas de vacaciones todo es happy: oh, que guay, ¡vacaciones! cómo nos mola el cole del verano....

Luego, las primeras semanas de playa también son chachis. La primera que es la buena, buena de verdad se la llevó mi madre, la siguiente la disfrutamos los 5. La siguiente la sufrimos ellos y yo a parte iguales.

Y la última de agosto, os lo digo en serio, estaban para matarlos. Si les doy tiempo y espacio ni siquiera tendría que hacerlo yo. Seguro que se matan entre ellos.

Y aún me queda otra semana.... en casa... sin playa

Y yo leo algunas madres en Facebook queriendo detener el tiempo y disfrutar de sus retoños en un eterno verano y pienso que soy una lunática. O que mis hijos tienen algún desorden mental (lo cual tampoco sería extraño, esas cosas se heredan...). O que las muy afortunadas están disfrutando en un resort de esos de todo incluido y viven en una nube de piñas coladas y ron cola.

Imagino que la opción a) lunática es la que tiene más papeletas.

Pensé que sería una buena estrategia cansarlos. ERROR. No se cansan. Ni lo intentéis. Bueno, no sé los vuestros pero los míos se ve que traen de fábrica pilas duracell. Yo acabo muerta y ellos tan frescos.
Y lo que es peor, como efecto rebote los tíos comen como limas y no das abasto en el supermercado..
En fin.

Pues uno de esos días en que estaba dispuesta a fundirlos veo que en la playa dan clases de zumba a las 9:30 de la mañana. Yo no soy de madrugar, pero venga va, todo sea por la causa.

Me levanto temprano (no sin esfuerzo) y solo consigo convencer al peque para ir a la clase de zumba.
Allí que llegamos los dos y a pleno soletón. Mario tarda exactamente 4 canciones en estar hasta el gorro de zumba. Le agradezco silenciosamente que se rinda porque yo también voy a entregar los higadillos allí a pleno sol.... así que le propongo ir a desayunar a una cafetería los dos juntos.

Creo que nunca hemos desayunado los dos fuera de casa juntos. Si hemos almorzado y cenado fuera de casa,..merendado,...pero nunca el desayuno.

Pasamos por la puerta de un restaurante y señalando un cartelón enorme que tenían en la pared Mario me grita: ¡¡Mamá este sitio te va a gustar para desayunar!!¡¡Tienen mojitos!! Creo que todos los españoles sentados en la terraza del garito se volvieron a mirar. Si llego a ir en tacones y pintada en vez de con ropa deportiva igual se piensan que vuelvo de un after....

Nos sentamos. Viene el camarero a tomar nota. Mario ha cogido la carta que está encima de la mesa y le dice al hombre que quiere una tostada con nocilla. Y a continuación suelta: mira mami aquí dice que tienen vino ¿lo ves?: copa de vino blanco, copa de vino tinto, copas de cava.... Bendito sea... que digo yo que el chiquillo será la costumbre de pisar un bar siempre después de las 12 ¡¡ porque os juro que en casa desayuno café con leche!!!!

El camarero prudentemente alaba sus habilidades lectoras y yo pido un café y una tostada.

Cuando vamos a irnos Mario educadamente le pide "Por favor" la cuenta al camarero. Y éste al traer el cambio trae un chupa chups para Mario. " ¿No hay nada para mi madre?"

Y yo pienso...como el cabrón me pida un chupito lo finiquito aquí mismo.....y estoy segura de que en el bar testifican que la pobre mujer era alcohólica,  como atenuante...